1.2.12

Susan Sarandon

Hablar de esta pelirroja son palabras mayores. La Hepburn, la O´Hara y alguna otra que se nos olvida tal vez sean junto a esta neoyorquina, las mujeres y actrices pelirrojas más destacadas de la era contemporánea, y así, por sus películas, por su inquebrantable compromiso con las causas justas, por la belleza y el talento que ha compartido con espectadores de varias generaciones, por sus elecciones, por su propia vida personal, como un ejemplo de normalidad, hoy toca hablar de una mujer que nació un 4 de octubre de 1946 en la ciudad de Nueva York.

En el primer personaje del mes del año 2012 se lo dedicamos a Susan Abigail Tomalin, para la posteridad y tras un matrimonio fallido, la productora, activista y actriz Susan Sarandon.

La pelirroja nació en el seno de una familia en la que sería la mayor de nueve hermanos, tal vez esa circunstancia dice mucho de cómo se ha conducido en la vida. Es hija del matrimonio formado por Philip Leslie Tomalin, productor de televisión y anuncios, y de la siciliana Leonora Marie. Sus raíces son de ascendencia italiana, inglesa, galesa e irlandesa.

Tras diplomarse en 1964 en la Edison High School de Nueva Jersey ingresa en la Universidad Católica de América en Washington D. C. Allí estudia arte dramático y se gradúa en 1968. Durante sus estudios en la universidad tiene tiempo para ser cheerleader, conocer al actor Chris Sarandon y casarse con él en 1967.

Debuta en el cine con un papel protagonista en el thriller Joe (1970), dirigida por John G. Avildsen. En estos primeros años de carrera actoral compagina teatro, cine y televisión, destaca su papel en La Mortadella, 1971, coproducción europea rodada en gran parte en Nueva York y dirigida por Mario Monicelli, en la que Sarandon comparte cartel con la diva italiana Sofia Loren.

Pero de estos primeros años destacan dos títulos, en primer lugar Primera plana, 1974, de Billy Wilder, en la que interpreta a Peggy Grant, la novia del periodista Hildy Johnson interpretado por Jack Lemmon, junto a ellos el inefable Walter Matthau; ante esta pareja de gigantes, la pelirroja se sitúa a su altura a pesar de la juventud. Un título de culto estrenado un año despues y con relativo éxito de taquilla la coloca en un buen lugar profesional y confirma las espectativas, demostrando sus dotes musicales e interpretativas, es en la comedia musical The Rocky Horror Picture Show (1975).

Ese mismo año estrena con Robert Redford el film de George Roy Hill, El carnaval de las águilas, cinta sobre aviación durante la I Guerra Mundial. Posteriormente en este lustro alterna papeles en films independientes, alguna breve aparición televisiva, dramas intimistas o con telón de fondo histórico, y algunas películas intrascendentes que tienen como mayor interés el verla actuar junto a Henry Fonda, Shirley MacLaine (futuro personaje del mes) o James Coburn.

Destaca de este período el hecho de que, tras casi doce años de matrimonio, se divorcia en 1979 de su marido Chris Sarandon, del que a efectos artísticos y profesionales, seguirá llevando su apellido y con el que irónicamente alcanzará mayor éxito. A nivel profesional destacan tres películas, King of the gypsies, 1978, y sobre todo las películas dirigidas por el francés Louis Malle, Pretty Baby, 1978 y Atlantic City, 1980, que además de hacerla trabajar con el gigante Burt Lancaster, le supone la primera nominación al Óscar como mejor actriz.

Entra en la década de los ochenta como una actriz sólida y de gran proyección, pero es una época en la que el cine norteamericano no la va a proporcionar los papeles para los que ya parece preparada; habrá que esperar para ver a Susan Sarandon en mejores guiones. Comparte, eso sí, cártel en films independientes como la adaptación moderna y shakesperiana Tempest, 1982, con John Cassavetes y Gena Rowland, en un papel en el que se apellida Tomalin, su apellido de soltera. En el film, dirigido por Paul Mazursky, conoce a Franco Amurri, ayudante del director y que será su pareja durante un lustro y el padre de su hija Eva, nacida en 1985, y también pelirroja.

Algún telefilm, alguna serie y coproducciones europeas para televisión son los trabajos de Susan Sarandon, a excepción del interesante drama vampírico de Tony Scott, The Hunger, 1983, con David Bowie y Catherine Deneuve, con la que Sarandon compartirá una de las escenas lésbicas más célebres del cine.

En 1987 protagoniza, junto a Cher, Jack Nicholson y Michelle Pfeiffer, Las brujas de Eastwick y en 1988, con Kevin Costner y Tim Robbins, Los Búfalos de Durham. En el rodaje conoce a su pareja, con la que comparte más dos décadas, el prometedor actor Tim Robbins, y es nominada para el Globo de Oro.

En los últimos años ochenta y principios de los noventa realiza papeles que la llevan a compartir planos con actores como Kevin Kline, Donald Sutherland o Marlon Brando, películas menores que le proporcionan mayor crédito y reputación, hasta que llegan sus mejores papeles: a las órdenes de Ridley Scott y compartiendo escena con Geena Davis, en Thelma y Louise, 1991, por su papel como Louise recibe nominaciones al Óscar, al Globo de Oro y al BAFTA a la mejor actriz. En el plano más personal, en 1989 nace su hijo Jack Henry Robbins.

Tras protagonizar uno de los filmes más celebrados y taquilleros de la década, en 1992 actúa en el debut de su pareja, Ciudadano Bob Roberts, y sobresale en dos dramas de diferente calado, estrenados el mismo año: la historia sobre camellos y segundas oportunidades Light Sleeper de Paul Schrader, y en el sobrecogedor drama en el que lucha por salvar a su hijo de una rara enfermedad degenerativa Lorenzo's Oil de George Miller, por la que vuelve a ser candidata al Óscar y al Globo de Oro. Este año 1992 es muy especial para ella, pues con cuarenta y seis años da a luz a su hijo pequeño, Miles Robbins.

En 1994 ganará el BAFTA a mejor actriz por el drama judicial El cliente, que también le proporciona una nueva nominación al Óscar y su primera candidatura al Premio del Sindicato de Actores a la mejor actriz. Ese año interpreta a la matriarca de la familia March en la undécima adaptación de Mujercitas.

El año del reconocimiento definitivo le llega a nuestra pelirroja en 1995, interpretando a la monje Helen Prejean; el alegato contra la pena de muerte que dirige su pareja Tim Robbins, le reporta su único Óscar, por ahora, como mejor actriz, por Dead Man Walking. En 1995 también recibió el Premio Donostia en el Festival de Cine de San Sebastián.

En 1998, el director Robert Benton le ofrece el papel de Catherine Ames en Twilight. Tras unos años en los que parece más dedicada a la familia, compartiendo cartel con Paul Newman y Gene Hackman, Sarandon da lo mejor de sí misma en este intenso triángulo amoroso. Ese mismo año estrena el drama, un tanto lacrimógeno, Stepmom, junto a Ed Harris y Julia Roberts, que además produce. En esa misma línea, relaciones madres e hijos, es Anywhere but here, 1999, junto a Natalie Portman. En esta época participa en películas familiares o como dobladora, como estrella invitada en series como Friends o Malcom (en ambas será nominada al Emmy en su categoría) y también en filmes dirigidos por personas cercanas y amigas como Stanley Tucci, John Turturro y su pareja, Tim Robbins, en la película de éste, Cradle With Rock.

Y la tónica sigue a lo largo de la primera década del siglo XXI, películas familiares, incursiones televisivas, etc. bajando el ritmo de trabajo de los noventa, para dedicarse a su propia familia y a otras actividades como su activismo social. No obstante se muestra en películas de mayor calado como el drama En el valle de Elah, 2007, de Paul Haggis, la fallida y sobrenatural The Lovely Bones, 2009, de Peter Jackson y Wall Street 2, 2010, de Oliver Stone. Y prepara varios proyectos liderados por Tom Tykwer y Robert Redford entre otros.

En lo personal, en verano de 2009, se produjo la ruptura de su relación con Tim Robbins después de más de veinte años de relación. Para esta radiante pelirroja, de actualidad recientemente por su apoyo al movimiento "Occupy Wall Street" y sus críticas a ciertos jerarcas eclesiásticos, nuestros mejores deseos para que siga tan combativa y regalándonos no sólo su sonrisa sino también los grandes trabajos a los que nos tiene acostumbrados, porque como dijo cierto crítico de cine: "si Susan Sarandon quiere que llores, lloras".

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