12.5.11

Gigantes de pelo rojo

Con el título de "Gigantes de pelo rojo" no nos estamos refiriendo a un equipo de baloncesto, sino a una leyenda que forma parte de la mitología india norteamericana.

Los Paiutes, una tribu de indios de Nevada, Utah y Arizona, relataron a los primeros colonos blancos sobre las batallas de sus ancestros con una feroz raza de gigantes blancos, de pelo rojo. Los Paiutes llamaron a los gigantes "Si-Te-Cah", que literalmente significa "comedores de tule." El tule es una planta de agua, fibrosa de la que los gigantes tejían balsas para escapar de los continuos ataques de los Paiutes. Ellos utilizaban las balsas para navegar a través de lo que quedaba del lago Lahontan.

Los gigantes de pelo rojo eran terriblemente altos y eran un pueblo cruel, que mataba y se comía a los Paiutes capturados como alimento. Por esta razón se unieron varias tribus indias para luchar contra ellos. Se cuenta que la guerra pudo durar unos mil años, y durante la batalla los Paiutes y sus aliados acabaron con casi todos los gigantes, excepto unos pocos, que se refugiaron en una cueva, conocida hoy en día como la cueva de Lovelock. Tras rodearlos y cercarlos, los indios apilaron matorrales en la entrada de la cueva y les prendieron fuego. Así, consiguieron acabar con la vida de los gigantes que intentaban salir de la cueva, y los que permanecieron dentro murieron asfixiados.

Más tarde, un terremoto sacudió la región y la entrada de la cueva se colapsó, dejando solamente espacio suficiente para que entraran los murciélagos.

Muchos siglos más tarde, en 1911, una empresa que recogía el guano de los murciélagos en la cueva (el guano de murciélago en descomposición se convierte en salitre, el principal ingrediente de la pólvora) acabó hallando utensilios y restos humanos. También aparecieron flechas rotas, que pudieron haber sido disparadas desde el exterior de la cueva. Entre los objetos encontrados había una piedra con forma de donut, y que tenia 365 muescas en el exterior, probablemente para indicar los días del año, y 52 muescas interiores, las semanas. Se encontraron también restos momificados de dos gigantes de pelo rojo; tras comparar la mandíbula de uno de esos gigantes con la de un adulto actual, se comprobó que el tamaño era mucho mayor. De hecho, los dientes del supuesto gigante eran casi el doble de tamaño que los de un hombre de hoy en día.

Además, en 1931, se encontraron dos esqueletos en el Lago Humboldt, cerca de Lovelock. Uno de ellos medía 2,50 metros y el otro 3 metros de altura.

La comunidad científica de la época, quizá sobrepasada por la magnitud del hallazgo, acabó por quitarle importancia a esos restos humanos, y muchos fueron enterrados incluso por los propios mineros locales.

Sin embargo, los indios nativos de la zona, los Paiutes, sí que conocían de la existencia de estos seres, a través de las leyendas transmitidas oralmente de generación en generación.

Sarah Winnemucca, hija de un jefe Paiute, publicó en 1883 un libro donde contaba muchas más cosas de la tribu de los gigantes, que llegó "en barco cuando esa zona era parte de un mar exterior. Eran unos 2600, de una raza diferente, hablaban una lengua también diferente", y mantuvieron una larga guerra con su pueblo.



Os dejo un enlace donde dan un poco más de información, por si os interesa el tema (pincha aquí).

5.5.11

Frances Conroy

Tras un músico llega la hora este mes de una actriz. Para el gran público el nombre de Frances Conroy no resultará especialmente reconocible, ni siquiera la gran mayoría de sus papeles para el cine o la televisión son identificables, pues debe su mayor reconocimiento a un papel en una serie de culto, que si bien es apreciada por los seguidores de la misma, resulta un simple pack en los estantes de las secciones de dvd de una gran superficie.

Pero lo importante es reconocer el buen hacer de una consumada intérprete que ha bañado de talento aquello en lo que ha participado, no siendo siempre su papel el más destacado y siendo su presencia lo poco salvable de muchos productos, aunque en general sus elecciones han sido más que acertadas.

Y tras este preámbulo, nos encontramos con el relato biográfico de la pelirroja del mes, la actriz Frances Conroy. La actriz nace en Monroe, Georgia, el 13 de noviembre de 1953, su padre, ejecutivo, y su madre trabajaron en el sector financiero .

Alentada por sus progenitores la joven Franny, pronto demuestra inquietudes por la interpretación. Durante la escuela secundaria, a la que asiste en Long Island resulta decisiva su experiencia en el Neighborhood Playhouse; en este periodo de su adolescencia estudia arte dramático en el citado centro y en la Juilliard School de Nueva York . En la Julliard tendrá como profesores a Marian Seldes y a John Houseman, lo que le llevará a interpretar multitud de obras shakesperianas y a forjar su propia identidad como actriz teatral. En el curso 1971-1972 se convierte en miembro de la compañía Mermaid Players y aparece en las producciones teatrales del circuito universitario del Dickinson College en Carlisle, Pennsylvania .

Su formación le lleva a interpretar potentes papeles dramáticos en lo que es una incipiente carrera teatral en Broadway, donde debuta en 1980, consiguiendo un estatus de actriz solvente y versátil interpretando roles de Shakespeare, Brecha, Albee o Simon y siendo reconocida por la exigencia del público y la crítica neoyorquina, como demuestra el estar en el reparto estelar del montaje de Broadway “Othelo”, con Raúl Julia como el moro de Venecia, Richard Dreyfuss como Iago y nuestra pelirroja en el cuerpo de Desdemona.

Uno de los hitos de su carrera teatral es la dirección de su otrora maestro Houseman en el San Diego's Globe Theater, donde Frances Conroy acude en 1985; compone diferentes personajes que transitan entre el patetismo, la tristeza, lo misterioso y lo intrigante en obras dirigidas por Houseman, como Ricardo III.

Antes, las tablas de Conroy no habían pasado desapercibidas para Woody Allen, que la hace debutar en cine en Manhattan, haciendo de si misma en ese momento, es decir, de actriz shakespeariana (1979). Repetiría en pequeños papeles en films de Allen como Otra mujer (Another Woman,1988) y Delitos y faltas (Crimes and Misdemeanors, 1989).

Durante la década de los ochenta, Frances Conroy se dedica plenamente al teatro, realizando incursiones puntuales y alimenticias en pequeños papeles de series como The Twilight Zone, Hill Street Blues, Remington Steele, telefilmes variopintos y olvidables, películas directas al videoclub y Enamorarse, 1984 protagonizada por Robert De Niro y Meryl Streep y Un par de seductores, de 1988, con Michael Caine y Steve Martin, como títulos más destacados. Y en casi todas sus intervenciones en papeles pequeños.


Ya en los noventa empieza a destacar su mayor participación en el audiovisual. Participa en títulos destacables como Billy Bathgate, 1991 con Dustin Hoffmann Esencia de mujer, 1992, con Al Pacino; la producción Disney Las aventuras de Huckleberry Finn, 1993 o la adaptación de Arthur Miller: El crisol, 1996. Alternándolo con teatro y televisión.


Y a finales de esa década, para muchos ominosa, Allan Ball, oscarizado guionista de American Beauty, impulsa su serie A dos metros bajo tierra (Six feet Under, 2001-2005). Frances Conroy es elegida para el papel de la viuda de una familia dedicada a las pompas fúnebres. Durante las cinco temporadas construye el poliédrico y conmovedor personaje de Ruth Fisher, matriarca de una familia en perpetua zozobra y marcada por la fragilidad de la vida y la cotidaneidad circundante que es la muerte. El papel le reporta excelentes críticas, nominaciones, entre ellas cuatro a los Emmy, y premios como el Globo de oro, y comparte elenco con grandes actores, entre ellos otros dos pelirrojos que en un futuro serán carne de esta sección del blog, Claire y David Fisher (Lauren Ambrose y Michael C. Hall respectivamente).

Tras la culminación y a lo largo de los cinco años en los que se gesta la serie, Conroy alterna intervenciones en películas que es mejor ni mencionar porque ensucian su buen nombre como actriz y otros papeles y cameos de gran potencia como son El Aviador, 2004, de Scorsese y Flores Rotas, 2005, de Jim Jarmusch.

Después de la conclusión de la serie, Conroy ostenta un estatus de estrella invitada, “guest star”, en numerosas series de éxito de la tele norteamericana, amen de varios filmes menores, la actriz pelirroja ha protagonizado cameos o papeles más o menos cortos en las ficciones de mayor éxito global y norteamericano como Mujeres Desesperadas, Anatomía de Grey, Urgencias, Cómo conocí a vuestra madre, Nip/Tuck, Happy Town, El mentalista o United Status of Tara.

Y su carrera parece vivir un impás a la espera de un papel que haga olvidar o al menos disipar el impacto y el poso de Ruth Fisher, tras seis años con el compromiso de la serie y otras colaboraciones, Conroy volvió al teatro en 2006.

En lo personal, Frances esta casada con el actor y artista de performance Jan Munroe desde 1992, año en el que conoció al dramaturgo Arthur Miller, al que le uniría no sólo una buena relación profesional, participando en numerosas adaptaciones de sus obras, sino también como amigo del autor de Las brujas de Salem.

Y ese es el periplo de una pelirroja que, sin hacer mucho ruido, se ha labrado una bien ganada fama como sobresaliente actriz y como icono de la ficción televisiva en los albores del siglo XXI.