Para evitar posibles polémicas ante un personaje tan seguido y admirado, como manifiestan foros y blogs dedicados al llamado cine quinqui y al propio personaje, decir que los datos aquí recogidos pretenden aglutinar con rigor toda la información de la que hemos dispuesto y por tanto no pretendemos afirmar nada con rotundidad y dejamos abierta la participación en los comentarios de este humilde blog, de ahí la aclaración. Os presentamos la triste vida de un gran actor.
Esta es una vida llena
de luces y sombras sobre un enorme actor pelirrojo, que no tuvo la suerte de ofrecernos más que siete películas. La vida de José Luis Manzano Agudo, que nació en el madrileño barrio de Vallecas en 1963. Al poco de nacer, su padre murió apuñalado en la cárcel de Carabanchel y su madre se hizo cargo de sus 8 hijos poniéndose a trabajar, pero pronto la vida la iba a enganchar al alcohol. Por lo que José Luis, con 12 años, empezó a ganarse la vida atracando tiendas con su amigo "Pirri" y otros chavales del barrio; robaban los monederos a las señoras en los mercadillos, posteriormente los radiocasetes de los coches y los vendían, siempre robos pequeños hasta que en 1978 entraron en una joyería que estaba cerrada y se lo llevaron todo.
Esta es una vida llena

En esa época el director de cine Eloy de la Iglesia, interesado en rodar una película sobre la delincuencia juvenil y el contexto del lumpen proletariado desde su personal óptica, realiza un casting muy sui generis por la periferia de la ciudad de Madrid. En Vallecas encuentra a José Luis y su amigo "el Pirri", que según la leyenda le ofrecen productos de su ultimo robo. Impresionado por su espontaneidad y esa verdad social que muestran comienza a entablar conversación con ellos y les ofrece trabajar en su film inspirado en la vida de "El Jaro". Tras diferentes vicisitudes y una redada policial de por medio, De la Iglesia decide tutelar a Manzano y lo saca del reformatorio. Ayuda a la madre alcohólica de José Luis y durante dos años vive con el director, que contrata a un profesor particular para que mejore su capacidad para leer y escribir. José Luis conoce el mundo del cine, lleno de fiestas, sexo, drogas y música. Manzano invitaba a muchos colegas del barrio a esas fiestas en casa de Eloy, que cada vez intimaba más con ellos.
El año 1980 sitúa a Manzano en el escaparate cinematográfico de España. “Navajeros” se convierte en un gran éxito de público y su crudeza no es valorada tanto p
or la crítica.; rodada en cinco semanas, se dan continuos episodios sobre lo conflictivo de un rodaje sin permisos. Un año después se estrena su segundo largometraje, "Barcelona Sur", película menor que su debut pero de estética y temática similar. En 1982 Eloy de la Iglesia empezó el rodaje de "Colegas", protagonizada de nuevo por José Luis y el Pirri, con Antonio y Rosario Flores y con Enrique San Francisco.
Era habitual el consumo de drogas blandas y relaciones sexuales en los descansos. Pronto casi todo el elenco y el propio director prueban la heroína, el peaje para algunos de ellos será quemar sus carreras profesionales e incluso la propia vida.
“Colegas” vuelve a ser un gran éxito de público, Manzano empieza a ser visible en prensa, a hacer anuncios de televisión, convirtiéndose en todo un fenómeno de la juventud. Tras tres películas muy cercanas a su propia vida, José Luis vuelve a ser dirigido por De la Iglesia en “El pico”, la historia de un estudiante y adolescente, hijo de guardia civil, que se convierte en heroinómano, cambiando de registro y demostrando su talento como intérprete, aunque para profundizar en el papel, le pide al Pirri que le prepare un pico; la heroína va a engancharle sin remisión. “El pico” se convierte en un gran éxito comercial para Eloy de la Iglesia, director y productor de la misma, el film hace recorrido festivalero y José Luis disfruta de viajes, fiestas, drogas y sexo. Tras ésta ruedan de nuevo “El pico II”, con éxito de público. A Manzano le ofrecen una beca para estudiar en el Actor´s Studio de Nueva York, pero no llegará a disfrutarla.

En esta época comienza una relación con Lali Spinet, actriz de “El pico”, se van a vivir juntos y a ella la condenan por tráfico de drogas en 1985, exculpando a Manzano de todo, que no podrá hacer nada por ella, que morirá de sobredosis de heroína en la cárcel. Distanciado de Eloy de la Iglesia interviene como Perucho en la serie de Televisión “Los pazos de Ulloa” de Gonzalo Suárez. Tras ésta el director vasco vuelve a contar con él para el papel de Tocho en “La estanquera de Vallecas”, uno de sus mejores papeles. Durante el rodaje José Luis conoce a una chica llamada Marina, se enamoran y al poco, se casan, pero la adicción a la heroína hace que no duren ni un mes.
A partir de aquí la vida de José Luis Manzano es un monologo en el que la heroína es la mayor constante; marginado por el mundo del cine español, muy debilitado por una de sus múltiples crisis, la espiral le lleva a diferentes ingresos por su adicción. Poco a poco ve como sus amigos del barrio caen por la heroína o el sida, como su gran amigo el Pirri, que es encontrado muerto por sobredosis en mayo de 1988 en un descampado de Vicálvaro, suceso que le marcará. A principios de los noventa y muy alejado del mundo del cine, gracias al sacerdote Pedro Cid está a punto de rehabilitarse, pero el más que probab
le falso testimonio de una víctima de robo hace que le condenen por primera vez en su vida a ocho meses, que pasa en Yeserías. Al salir de la cárcel su desazón le hace volver a la heroína, y es encontrado muerto el de febrero de 1992, con una jeringuilla en la rodilla en el baño de un piso propiedad de Eloy de la Iglesia; él y Pedro Cid son quienes le encuentran. Fue enterrado el 22 de febrero de 1992 en el Cementerio Sur de la ciudad que le vio nacer y vivir. De los gastos de su entierro se hizo cargo Eloy de la Iglesia.
La ausencia del grueso de los medios de comunicación, a excepción del artículo del 4 de marzo de ese mismo año de Javier Maqua, manifiesta el imperdonable olvido de este espontáneo y racial pelirrojo de bucles infinitos. Ante todo, su recuerdo merece el recuerdo de una persona que ya no está y que fue víctima de una época cruel infestada de jardines de piedra con cruces de agujas y una sociedad que no supo conservar, ni valorar su tremenda humanidad.